...Todas y cada una de las palabras publicadas en este blog son un trocito de mi alma y ESTÁN REGISTRADAS...
Por favor...Si te las llevas...Cita la fuente poniendo el enlace del lugar donde están guardadas...
Creo que es justo que a los que compartimos mucho de lo que sentimos y somos se nos reconozca al menos nuestra autoría...

...Lola Escribe y Siente...

martes, 4 de diciembre de 2012

...BAILAR CON IRENE..."FRAGILE"...



He vuelto a pasar frente a la casa del doctor Franco...
Está cerrada, deshabitada desde hace ya más tiempo del que consigo recordar con precisión. No se ha derrumbado ni nada por el estilo. Pero el deterioro que aflora en el rostro de los lugares abandonados hace que aparezca ante mis ojos más como un señuelo para los recuerdos que como una entidad física concreta, real. Y esos recuerdos que encuentran una rendija por donde colarse siempre acaban atrapados en los ojos de Irene.

Yo tenía dieciséis años cuando el doctor Franco y su hija se instalaron en aquella casa, una de las mejores y más modernas del barrio. Antes que a ellos, según averigüé posteriormente, había pertenecido a un ingeniero alemán, que dirigía una planta industrial dedicada a la fabricación de automóviles.

Debió ser un tanto desconcertante para él y su familia que la multinacional trocara sus planes de futuro, decidiendo trasladarle cuando apenas llevaba un año en la casa que él mismo había diseñado y hecho construir, y donde había planeado habitar durante buena parte de su vida.

Ahora caigo en la cuenta de que el tránsito entre un propietario y el siguiente apenas debió ser de un par de meses, pero la extrema discreción, el silencio y las luces tenues que usaban el doctor y su hija nos hicieron creer que la casa había permanecido vacía más tiempo del que en realidad estuvo.

Sólo cuando el doctor comenzó a pasar consulta en el hospital de la ciudad le vimos entrar y salir de la casa. Su especialidad era la neurología, el sistema nervioso, las cuerdas con las que la vida mueve a las marionetas que son nuestros cuerpos.

Y a Irene no la vi hasta que empezó a asistir al mismo instituto que yo. Recuerdo sus ojos azules, su nariz perfecta, los dos pétalos de sus labios en el pálido óvalo de su lindo rostro. Y aquella dulce sonrisa apenas imperceptible.

Era la chica más silenciosa del instituto; tanto que, a pesar de su evidente belleza, lograba pasar prácticamente desapercibida. Pero no para mí; para mí fue un flechazo fulminante. Estaba un curso por debajo del mío.

Durante las primeras semanas de aquel otoño me atreví a seguirla al terminar las clases y así supe quién era y dónde vivía. Después también me levantaba más temprano, desayunaba a toda prisa y la espiaba de camino al instituto. Estaba prendado de ella, de la perfección con que caminaba, con que ejecutaba cada uno de sus movimientos...

Mi mirada se adhería a sus ritmos delicados y firmes a un tiempo; su serena concentración me entró por los ojos y me sincronicé con ella, completamente enamorado, contagiado hasta la última neurona de su serena concentración. Me transformé en una persona nueva, en un estudiante mejor de lo que nunca había sido. Mis notas subieron como la espuma, incluso disfrutaba estudiando, contemplando el mundo de forma diferente, más amable y profunda.

Cayeron todas las hojas doradas y la lluvia del otoño, y la luz opaca del invierno fue testigo de cómo mis pasos siguieron a los de Irene sobre las aceras que nos llevaban al instituto y nos devolvían a la entrada de su casa amarilla. No me atreví a dirigírle la palabra hasta la primavera y no fue en ninguno de los sitios donde hubiese podido imaginar.

Un sábado por la tarde salí a dar una vuelta y , sin darme cuenta, la fuerza de la costumbre me llevó hasta la verja del pequeño jardín de la casa de Irene. Miré a través de ella y allí estaba, en el porche. Se mecía plácidamente en un balancín con un libro delante. Para mi sorpresa, miró por encima de él...
¡ Ella, que parecía no haber advertido mi presencia en tantos meses de devoto y sumiso seguimiento ! Se levantó, se acercó, me miró sonriendo tímidamente...

-Hola... ¿Cuándo te vas a atrever a decirme algo? Yo le devolví la sonrisa sin ningún azoramiento. Todas mis dudas, mi inseguro nerviosismo, mi timidez se esfumaron como por arte de magia. Abrió la puerta y estuvimos charlando y meciéndonos en el balancín toda la tarde, con la confianza de quienes se conocen de toda la vida. A partir del lunes siguiente dejé de ir detrás de ella, para ir a su lado...

No conocí a su padre hasta el día en que me presenté ante él para pedirle permiso para llevar a Irene al baile de fin de curso. Irene me recibió y me condujo hasta su despacho, abrió la puerta y me anunció. El doctor, que miraba por la ventana, hizo un gesto con la mano invitándome a pasar. Su espalda encorvada, como aplastada por una grave preocupación, delataba su ánimo atribulado. Cuando se volvió pude ver en su rostro que era mucho más viejo de lo que había supuesto.

-Pasa, por favor, y siéntate... Irene me ha hablado mucho de ti. Nuestra conversación apenas duró un cuarto de hora, al final del cual se levantó y estrechó mi mano. La suya estaba sudorosa y temblaba. -Por favor, cuida esa noche de Irene. Tiene los nervios tan delicados como el resto de su persona... Procura que no se altere demasiado.

Mucho tiempo después supe que cuando la madre de Irene se marchó, su padre, el Doctor Franco, quedó tan perdido y desolado que se prometió que su niña del alma no soportaría jamás un dolor semejante...

Fue entonces cuando inventó aquella historia de la extrema fragilidad de sus nervios.Desde muy pequeña se lo repetía casi a diario.Tenía que aprender a identificar muy bien los indicios de que algo empezaba a ir mal... Si al experimentar la proximidad de alguien, sentía como un aletear de mariposas en el estómago y su pecho latía más deprisa de lo normal, debía alejarse cuanto antes de aquel lugar y aquella persona.

Y llegó la noche tan esperada. Irene estaba preciosa dentro de su vestido rosa palo y escote palabra de honor. Aquella velada me sentí el centro de todas las miradas, el chico más envidiado de todo el salón. Y qué bien bailaba Irene, qué elegancia, qué creativa y grácil combinación de movimientos... ¡Qué incansable!

Al filo de la medianoche, cuando estaba a punto de cerrar los ojos y apoyar la cabeza en mi hombro, para dejarse llevar por la deliciosa intensidad de "Fragile", salió corriendo descalza...
Ella no podría...Pero me dejó su par de zapatitos rosa palo para que bailaran conmigo...


Nunca más volví a verla. La llamé por teléfono y también lo intenté en su portero automático, pero nadie me respondió. Un camión de la mudanza fue el último rastro de las vidas del doctor Franco y su hija que pude seguir. Ahora la que fue su casa, después de algunas familias que no aguantaron demasiado tiempo allí, lleva demasiados años vacía, deshabitada.

Nada más llegar a la nueva casa, Irene, pidió a su padre que la dejara matricularse en la universidad. Quería estudiar medicina, cuestión más de pura admiración que de vocación. De entre todas, eligió las especialidades de Medicina Interna y Cardiología, con la esperanza de desentrañar el misterio de aquello que a veces la ocurría...

Un montón de libros y varios cientos de clases magistrales de los más brillantes y experimentados catedráticos revelaron la paternal mentira.
Ella, por supuesto, nunca le dijo ni le reprochó nada. Amor con amor se paga...

Una mañana, como cinco o seis años después, Irene tuvo el impulso de hojear el periódico que estaba sobre la mesa del café. Entre todos los anuncios destacaba uno, escueto pero escrito con letras llamativas...

 TENGO TUS ZAPATITOS ROSAS

Con el corazón palpitando a mil y el estómago rebosante de mariposas se dejó llevar...Por fin... 619-55-84...

                                                                  

 - Hace unos días descubrí un blog que me cautivó...
Un océano, apasionante y profundo, de historias fascinantes y sabiduría universal.
La primera entrada que leí tenía por título BAILAR CON IRENE.
No sé por qué, pero me dejé llevar...
En vez de hacer un comentario al uso, tuve el impulso de permitirme escribir dentro de aquella historia...
Así, hasta dos veces. La segunda, casi a sugerencia del autor.
Hoy , a petición del mismo, las fusiono y publico en una sola entrada.
Creo que ha quedado bastante bonito. Sorprendente y apasionante experiencia, la verdad...
Gracias, Manuel, me has hecho uno de los regalos que más me podían gustar...
La oportunidad de entrar en un sueño...De disfrutar, compartiendo, la aventura de crear...-

 Así sonaba "Fragile", mientras bailaba con Irene...
 Y este es el blog de Manuel.

.

6 comentarios:

  1. Lola sigo los comentarios entre Manuel y tú, a él le leo desde antes de conocerte a ti, sois dos formas diferentes de comunicación, sois opuestos. Y sin embargo habéis escrito juntos, y como no quiero inmiscuirme no se quien tiene mas parte de esta historia, si la idea o el desarrollo.
    En cualquier caso pasé anoche un ratito muy entretenido mientras con un café en una mano y el teléfono en la otra leyendo todo el cuento.
    Saltos y brincos

    ResponderEliminar
  2. Hola, saltibrincadora Ester...!!! : )
    Si entras donde dice al final de la historia " Y este es el blog de Manuel",podrás leer mis comentarios y ver mi participación en la historia, que se limita a unos párrafos más bien pequeños.

    Ha sido como un juego espontáneo.Toda una sorpresa para mí...
    Fue como continuar su final abierto y, posteriormente seguir un poco más.

    A él parece ser que le gustó y me pidió que hiciera esta fusión tan divertida.

    Su blog tiene algo que despierta esos otros "registros" que yo tengo y no reflejo en mi blog. Llevo toda mi vida escribiendo y desescribiendo, como dices tú en tu blog, DE TODO.

    No tengo ningún pudor, porque nada malo es, en reconocer que hasta literatura erótica en otro blog que tengo...Algo que veo como una simple vía de expresión más y me encanta...
    Ya ves...Somos mundos llenos de otros mundos... : )

    Me ha encantado que lo disfrutaras, café en mano.

    Brincosaltos sorprendentes.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta. No me extraña que te gustara escribir en él y que no te costara hacerlo porque es como si fuera tuyo. Es genial la he leido tan deprisa que la voy a leer otra vez

    http://blog.conideasyaloloco.com
    www.conideasyaloloco.com

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Nemo... : )
      Una experiencia bonita más.He disfrutado mucho haciéndolo y con eso me doy por contenta.
      Besos y gracias por venir.

      Eliminar
  4. Me he quedado totalmente prendada de esta hermosa historia, perfecta armonía de letras, las tuyas y las de Manuel. Añadiendo e hilvanando pensamientos, ha sido precioso !!.
    Gracias por darnos también a conocer a Manuel y su blog, dónde también he disfrutado de este "BAILAR CON IRENE"

    Un placer amiga Lola, llegar y descubrir siempre nuevas y emocionantes letras...

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, amiga Ángeles... : )
      Ha sido bonito y sorprendente.Realmente inspirador el blog de Manuel.

      Besos.

      Eliminar