
Nos miramos y lloramos. Había llegado hasta allí para enseñarla a enseñar. Era muy joven y aprendió a leer con diez años, pero tenía una facilidad pasmosa para desenvolverse entre aquellos niños. Inventaba cuentos, juegos, canciones…
Era una verdadera maestra. Una persona llena de amor por lo que hacía y de magia.
Entonces me abrazó muy fuerte y me dijo…
- He inventado algo para ti…
Un “abrazolazo”,que es envolverte con lo que te quiero y juntar tus brazos y mis brazos para atarlo con un lazo.
No la olvídaré. Fui a enseñarla y me tocó a mi aprender.
Relato presentado al concurso de microrrelatos "La hora del recreo"...
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